«Petra sueña más que cualquier persona». Son palabras de un vecino de Valmeo, una pequeña localidad situada en la provincia de Cantabria. Petra no es su mujer, ni su madre o nieta. Es una burra feliz, porque acaba de ser mamá de Romero y según su dueño, sueña, como el resto de los burros, mucho más que los humanos.

Lagos de Covadonga
Lagos de Covadonga

El día siguiente, en los Lagos de Covadonga (Asturias), di con un puente rodeado por una intensa neblina. El enclave invitaba a soñar tanto o más que Petra, pero, porque soy humano, lo primero que pensé fue qué habría al otro lado.

¿Somos más felices que los animales?
¿Somos más felices que los animales?

Ser racional es lo que nos convierte más inteligentes que los animales. Pero, ¿de verdad nos hace también más felices? A pesar de mi convencido ateísmo, dejé de hacerme estas preguntas en el cementerio de Maeztu (Vitoria), donde visité, por primera vez, las tumbas de mi tatarabuelo Leoncio y de mi bisabuelo Julián. Los dos vivieron una larga vida, pero afrontaron momentos muy duros en la historia española, como la Guerra Civil.

tumba de mi bisabuelo
Tumba de mi bisabuelo
tumba de mi tatarabuelo
Tumba de mi tatarabuelo

¿Con qué soñaban Leoncio y Julián? Y sobre todo, ¿qué preguntas se hacían? Mi pregunta, evidentemente por delante de por qué sueñan tanto los burros, es en realidad una reflexión: lo que (no) hemos vivido y lo que nos queda por vivir. La llama de dos seres muy queridos se está apagando (una se apagó mientras terminaba este artículo, la otra ojalá que siga con mucha luz) por causas que, a pesar de nuestra inteligencia, todavía no sabemos controlar del todo. Es muy frustrante, porque les queda mucho por soñar, les queda mucho por vivir.

Petra y Romero
Petra y Romero

Y eso hace que me entren ganas de preguntar a Leoncio y Julián en qué consiste esto. Pero no están. Los burros, me dice el vecino de Valmeo, «están en peligro de extinción». Sé que el racional soy yo, pero me da pena, primero por la belleza de este animal, y segundo, porque Petra todavía no me ha enseñado a soñar. A soñar como un burro con que todo esto no es más que una pesadilla.

*Dedicado a vosotras dos.