¡Hay que ver lo que cabe en los cuatro cajones de una cama! Sobre todo, si es la de mi habitación de la casa de mis padres, donde he ido acumulando cosas desde los 16 años.

En el primer cajón tengo periódicos antiguos (el 20 Minutos del 11M, el Marca que anunciaba el fichaje de Ronaldo Nazario por el Real Madrid…) y papeles de mis estancias en Londres; en el segundo, diplomas y certificaciones de mi formación, los cuales sólo me han reclamado una vez (cuando me entrevistaron en mi actual trabajo). Pero hay uno que estuve ordenando la semana pasada (el tercero) en el que guardo varias carpetas que mezclan apuntes que considero útiles con buenos recuerdos, como el recorte del periódico de mi pueblo en el que escribí el día que mi bisabuela fue a votar con 100 años en 2007 o el documento que iba a decidir parte de mi futuro: la elección de la carrera que iba a estudiar.

Ese documento es de 2005. Por entonces mi prima Marta tenía 3 añitos y su única preocupación (o mejor dicho ocupación) era comer, dormir y jugar. En la actualidad, Marta entra en un año decisivo y aún está pensando qué va a estudiar. Y coincidiendo que el día que recuperé este documento estábamos juntos, le enseñé mi decisión.

Aunque ya hablé de las decisiones en El Bollycao que me tendría que haber comido en Mallorca hoy lo haré desde otra perspectiva. En ese post me invitaba a decidir. En este, a reflexionar.

Una de las soluciones que ofrece la empresa para la que trabajo es el Role Play. Consiste en un simulador virtual tipo “elige tu propio camino” con árbol de decisión, pensado para el departamento de ventas, con el fin de que los usuarios puedan ver al terminar el juego, el resultado final (puntuación, tiempo…) y cuál hubiera sido el camino óptimo seguir para vender X producto. Algo así como la película de Black Mirror: Bandersnatch.

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Hace poco me preguntaron: “Si pudieras saber algo de tu futuro, ¿lo harías? ¿Qué sería?” Y contesté que no. No quiero conocer las consecuencias de las decisiones que voy a tomar, pero en ocasiones me pregunto qué hubiera pasado al elegir otro camino, como permite conocer el Role Play. A mi lo que me intriga es el pasado. O lo que nunca ha llegado a suceder.

Volviendo a Marta, es cierto que las cosas han cambiado con respecto a 2005. Primero porque la carrera que elijas hoy no tiene por qué ser tú trabajo de mañana, a no ser que sea muy específica (Medicina, por ejemplo. La carrera que ya sabe que quiere estudiar su hermana de 14 años). Y segundo, porque en los últimos 15 años, fruto de la digitalización y la transformación de la sociedad en la que vivimos, han nacido nuevas carreras con una crisis económica entre medias.

Marta no sabe exactamente lo que quiere. Pero lo intuye. A su edad, a no ser que tengas una gran madurez, las decisiones importantes se toman por intuición; ya que normalmente son los padres las que las toman. Mi intuición por la carrera que estudié fue en verano de 2002, cuando en el Mundial de fútbol de Corea y Japón España ganó a Irlanda en los Octavos de final con una actuación estelar de un jovencísimo Iker Casillas en la tanda de penaltis. Recuerdo que mi tío, en casa de mis abuelos, encendió Carrusel Deportivo de la Cadena Ser y cuando escuché a Paco González y Pepe Domingo Castaño sentí una conexión especial. Quería llegar ahí. A los 14 años, intuía que quería ser periodista deportivo radiofónico. Eso sin contar que en mi infancia siempre narraba en alto los partidos de fútbol imaginarios con mis muñecos.

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Foto de mi graduación. 2010.

Estuve a punto de empezar a serlo. Un año antes de licenciarme comencé mis primeras prácticas en la Cadena Ser. Pero cuando me dieron a elegir en las pruebas entre deportes y general, elegí la segunda opción. Sin embargo, como el programa en el que iba a trabajar era nuevo, me iba acoplando donde podía en la séptima planta de Gran Vía 32. En muchas ocasiones coincidía con el equipo de deportes que tanto admiraba. Me limitaba a hacer mi trabajo, pero también a observarles.

Con el paso del tiempo, fui perdiendo el interés por trabajar en un periodismo tan fanático, subjetivo y de bufanda como es el periodismo deportivo español. El resto de mi evolución como periodista ya es otra historia.

Es verdad que me sigue fascinando la radio. Su supervivencia, intimidad y capacidad para llegar a las personas. Y posiblemente volvería a estudiar lo mismo por su influencia. O INEF por mi afición a practicar deporte. Pero cuando miro el documento oficial que mostraba las carreras que quería estudiar en 2005, aparece una después de Periodismo en la UCM y URJC que realmente pasó por mi cabeza: Educación Infantil. La carrera que Marta intuye que quiere hacer.

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Documento de 2005 para acceder a la universidad

El cuarto cajón de mi cama, del que todavía no os he hablado, es el más alejado de la almohada, quizás el lugar donde quizás más cosas consultas a lo largo de tu vida. Es posible que por eso nunca he sabido muy bien que guardar ahí y en los primeros tenga periódicos y más cosas relacionadas con el periodismo. Pero si echo un vistazo, observo que hay canicas, que está mi primer móvil, mis primeras gafas, trabajos míos de la guardería y educación primaria. Parte de mi infancia desordenada (raro en mí). Y de alguna forma lo relaciono con Educación Infantil.

Mi consejo a Marta, ahora que ha reformado su habitación, es que prepare esos cajones, es decir, la voluntad de tomar o intuir decisiones. Qué vaya almacenando recuerdos. Qué construya su camino y que, si pasa por su cabeza muy fuerte Educación Infantil, como en su día a mí Periodismo, qué lo haga. Como he dicho, ahora es más difícil que esta decisión determine su futuro profesional; pero si forjará su personalidad, su círculo social y experiencias de forma totalmente distinta de si hubiera elegido otra carrera.

Dentro de 15 años, cuando se pregunte qué hubiera pasado si hubiese elegido la opción b, como Neo en Matrix con la pastilla roja o azul, espero que solo sea por curiosidad, no por arrepentimiento. Todo eso mientras revisa sus trabajos de educación infantil guardados en el primer cajón.

Pensé en cerrar aquí el artículo, pero quiero terminar volviendo a la pregunta que me plantearon recientemente: “Si pudieras saber algo de tu futuro, ¿lo harías? ¿Qué sería?”, ya que esa pregunta me la hizo una persona con la que el Role Play se me dio muy bien. Yo diría que imposible de mejorar.

Es cierto que, en este caso, no sé qué grado de importancia tiene la casualidad (de coincidir en un mismo sitio) o las decisiones (de empezar a hablar, de quedar…). Pero solo sé que es de las pocas cosas en las que no me intriga el pasado. Como cuando haces tu mejor vuelta a la primera y no necesitas seguir compitiendo para salir en pole position. Una persona que llegó a mi vida hace tres años y que, sin saberlo, ha creado el quinto cajón. El que no tenía preparado porque nunca pensé que lo tendría.