«Hay que seguir adelante teniendo en cuenta lo que hay a nuestro alrededor»

«¡Papá la pierna!» Cuantas veces habré echado la bronca a mi padre por interrumpir mis horas de estudio con ese dichoso ruido. Ese tic nervioso que consiste en mover continuamente la pierna de arriba a abajo como si estuviera tejiendo compulsivamente, aunque su rostro refleje una tranquilidad pasmosa.

Y ahora, mientras escribo este artículo, me doy cuenta de que he caído en la misma trampa. En realidad ya lo sabía de antes, desde mi primer trabajo en la Cadena Ser allá por 2010, pero últimamente ese pisoteo se ha vuelto más frecuente, aunque en mi caso, sea más bien por una mezcla de inquietud e hiperactividad .

Dicen de Michael Phelps que para aliviar su Trastorno de Déficit de Atención de Hiperactividad, comenzó a nadar desde niño. Yo no soy ningún deportista de élite, voy al gimnasio, salgo a correr, juego al fútbol, nado y hago pilates. Pero también aguanto poco tiempo remoloneando en la cama, desayuno, como, meriendo y ceno cómo si me fuesen a quitar el plato, ando rápido a todos los sitios, hablo a veces sin pronunciar y por supuesto, hago el dichoso ruido con la pierna. Solo que, a diferencia de Phelps, de niño yo era muy tranquilo y ahora, como dice mi madre, el «trastorno» que tengo es el de «Culo Inquieto». 

michael phelps

Me cuesta encontrar un punto intermedio; la mezcla entre ser impulsivo o racional, tranquilo -como aparento- o hiperactivo; en definitiva, alcanzar una temperatura de vida ideal como en las Islas Canarias. A veces pienso que es por vivir en Madrid capital, cuando siempre he sido más de pueblo, otras por no tener un trabajo más físico y menos intelectual, y otras, por situaciones y momentos que desconozco muy bien cómo afrontar. Quizás es un poco de todo, y si es así, teniendo en cuenta una vez más que de niño era muy tranquilo y pacífico, me pregunto si he aprendido a crecer. Y no hablo del síndrome de Peter Pan. 

El otro día dije a una persona, de las pocas que consiguen pararme la pierna, que a pesar de las circunstancias y de las irreparables malas noticias «hay que seguir adelante teniendo en cuenta lo que hay a nuestro alrededor», como un soldado avanzado para asegurar un perímetro.

cafe

El movimiento. Abusando de él físicamente es cuando más activo, útil y vivo me siento. Pero también está presente en la toma decisiones, como aceptar un nuevo rol en tu puesto de trabajo o pasar de vivir en un piso a tener un hogar. Yo me entiendo. Lo que no entiendo, y quizás ahí es cuando no he aprendido a crecer, es por qué la vida priva completamente de disfrutar de ese movimiento a 900 personas al año en España. Personas por las se vaciaron cubos y cubos de hielo hace unos años, reflejando de forma no intencionada el dicho de «un jarro de agua fría» que supone estar en esa situación. Personas que antes veías en los medios de comunicación y ahora están más cerca de lo que nunca pudiste imaginar.

Para aliviar esa frustración no encuentro otra salida que seguir moviéndome y si algo he sacado en claro mientras escribo estas líneas es que lo de la pierna, en mi caso, no se trata de un tic nervioso, sino de una forma de expresar que quiero pisar el acelerador. Vivir deprisa. Porque no me importa correr si sé donde voy, aunque por el camino me encuentre con cosas que me dejen paralizado. Seguimos. Movimiento.