Siempre se pueden cambiar las cosas de lugar
En la asignatura de historia en cuarto de carrera de periodismo (2009) decidí hacer un trabajo voluntario de investigación sobre el Gernica de Picasso. Recuerdo que disfruté mucho durante su elaboración, ya que fui al museo Reina Sofía de Madrid, la biblioteca, consulté libros, fuentes de Internet y descubrí un cuadro soberbio, una ciudad devastada y, sobre todo, un artista excelente y enigmático.

Sin embargo fue gracias a Iker Jiménez, el mejor periodista radiofónico de este país y el único cuyo programa (Cuarto Milenio) sigue existiendo desde el nacimiento de Cuatro, por el que descubrí una anécdota sobre Picasso. Unos años antes, Pedro Sorela, mi profesor en Redacción periodística, contó en clase que el artista malagueño cambiaba las cosas de casa de lugar simplemente por salir de la rutina y fijarse en ellas diariamente. Ese cuadro olvidado en la pared, la figura que conmemora el viaje a Marruecos, un libro dedicado… ¿Realmente os acordáis -y observáis- lo que tenéis en casa? Picasso lo hacía, no sólo porque era un genio sino porque era un ser inquieto.
Volviendo a Iker, en uno de sus magníficos programas que tantas veces me acompañaron durante mi periplo en Londres, recordó como un Pablo Picasso octogenario en uno de sus últimos cuadros firmó “sigo aprendiendo”. Hablamos de una persona que ya había visto todo en la vida: guerras, injusticias, exilio, fama, reconocimiento, polémicas, éxitos y fracasos amorosos, etc. Pero al borde de la muerte se atrevió a decir que aún seguía aprendiendo. Sublime.
Es una máxima que tenemos que respetar, valorar y seguir. En mi caso, hace poco me preguntaron si era una persona exigente y dije, “no soy exigente, soy inconformista pero me conformaré cuando sea lo suficientemente feliz”. Tengo 26 años, una carrera, un posgrado, experiencia laboral en España y en el extranjero, voy a empezar un máster, soy becario y sigo sin conseguir un contrato laboral en mi profesión. Ojo, no me estoy vendiendo. Pero como dice Picasso, sigo aprendiendo.
No todo se ciñe al ámbito laboral. Hay terrenos que aún no he explorado, personas que no he conocido, temas que desconozco y virtudes y defectos míos que no he aclarado. Siempre hay algo pendiente por lo que tenemos y merece la pena luchar hasta el fin de los días. Habrá momentos malos, rachas negativas, sonrisas y lágrimas. Pero, como hacía el genio malagueño, siempre se pueden cambiar las cosas de lugar. Empecemos: SAICARG.