Marzo, 2008. Mientras P. lee el periódico en la cocina acompañado de D, un joven locuaz y estudiante de tercero de periodismo, D.I llega de trabajar y lo primero que se adivina en su rostro es una mirada mustia, pero al mismo tiempo de soslayo. La familia había superado momentos complicados; sin embargo, las siguientes palabras de D.I condicionarían los meses posteriores y quién sabe si el resto de sus vidas: “Los médicos han visto algo raro en mi pecho. Creen que es cáncer”, comentó entre suspiros apoyada en el radiador.

Y lo fue, un cáncer de mama que esa familia nunca esperó que le tocara sufrir, enfrentar y superar. Y es que con las enfermedades no ocurre lo mismo que con la lotería o los juegos de azar: aunque se tengan pocas posibilidades de ganar la gente echa con la esperanza de acertar algún día.

Así que, con un “alien” en la familia (así se bautizó al cáncer de D.I), era necesario conocer, más por desesperación que por puro adoctrinamiento, en qué consistía. Y se cometió el grave error de consultar en Internet. Al Dr. Internet. Por poner un ejemplo, es como si una persona, tras finalizar y entregar un examen, revisa las respuestas escritas, aunque no pueda cambiar el resultado de la prueba. Un error muy común y a veces inevitable.

cancerdemama
El cáncer de mama y otras enfermedades, al igual que la lotería, puede tocar. Mucha gente no es consciente de ello.

En un nuevo artículo de Lagunas del periodismo se hablará de la salud, de sus nuevos paradigmas, pacientes y enfermedades cuyos conocimientos debo al curso de experto en comunicación social y salud que estoy realizando en la Universidad Complutense de Madrid y a la corta pero intensa experiencia que he tenido a lo largo de mi vida con este ámbito.

Lo primero de todo es conocer en profundidad el término «salud». Su definición más común en la sociedad es “la ausencia de enfermedad”. Pero es más que eso. Según la Organización Mundial de la Salud y desde 1948, es un “estado completo de bienestar físico, mental y social y no meramente la ausencia de enfermedad”. Unas palabras que, según el endocrino Deepack Chopra, no tienen en cuenta los docentes universitarios: “Si quieres enriquecerte no debes profundizar en la pobreza ni sus mecanismos. Si quieres mejorar tu salud, no debes pensar en la enfermedad ni sus mecanismos. En las facultades de medicina se estudia mucho la enfermedad, pero no la salud”, aseguró el médico y escritor indio.

A pesar de que es la definición más válida, este término va cambiando a lo largo de la vida. En la juventud, por ejemplo, el hecho de tener tos o padecer fiebre es estar enfermo, mientras que una vez que el ser humano llega a la longevidad y todos los problemas que eso conlleva (sordera, molestias al andar, dolor en la cadera, espalda…), el anciano/a en cuestión dice ocasionalmente que se encuentra bien.

Dicho esto, es necesario conocer al paciente, quien ocupa un papel más activo en el manejo de su salud. Antes era éste el que estaba al servicio del médico, pero la Ley General de Sanidad de 1986 proporcionó una cobertura universal a la salud y otra especializada. A esto hay que sumar el establecimiento de un nuevo paradigma, en el que los ciudadanos, gracias a las nuevas tecnologías, tienen la capacidad de crear contenidos y difundirlos online, aumentando la interacción y pasando de los términos «paciente» y «enfermo» a «personas» diferentes, con identidad propia, relacionales, culturales y emocionales.

Todo esto da lugar a unos ciudadanos más informados, que investigan, preguntan a otros y consultan en Internet temas importantes en su vida cotidiana, como la salud. Así es como se pasa de la intermediación a la apomediación, es decir, hace unos años existían unos intermediarios entre una persona y su salud, que eran los médicos, pero gracias a las herramientas de la Web. 2.0 (los blogs entre ellas) esa persona se convierte en su propio intermediario.

doctoreninternet
Los pacientes acuden a las consultas médicas más informados, pero ¿mejor?

Por eso, no es de extrañar que más del 70% de la población española utilice la red para documentarse sobre enfermedades, medicamentos, contactar con su médico o concretar citas en el hospital.

Aunque uno de mis profesores del curso asegura que el médico sigue teniendo el poder ante un paciente cada vez más informado pienso que, como los periodistas, los profesionales dedicados a la medicina han perdido parte de su credibilidad y legitimidad debido al afán autodidacta y la rebeldía de las personas que tiene que atender. Un compañero de clase, médico y procedente de Haití refrendó esta teoría con varias experiencias en sus anteriores empleos.

Difundir el buen uso de las nuevas tecnologías en la salud es esencial. Al igual que los medios de comunicación deben iluminar al público sobre las externalidades de algunos hábitos como son el alcoholismo, tabaquismo (pandemia de los años 90) o los trastornos alimenticios (pandemia de la última década), hay que dar a conocer aplicaciones como el Sleep cycle alarm, un servicio del Iphone que controla el ciclo del sueño de manera formidable o historias como la de Raúl Miranda, un enfermo de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que utiliza su blog como vía de escape para contar su día a día, su experiencia en «Ya no puedo pero aun puedo«. 

Por desgracia, se destina mucho tiempo y dinero en otras acciones. Las etiquetas de tabaco, por ejemplo, cuentan con mensajes impactantes, pero poco significativos (como las galletitas chinas) a pesar de su evidencia científica: «Fumar mata». En estas ocasiones, la persona afectada -sobre todo los jóvenes- adopta una posición defensiva y de invulnerabilidad apoyándose en el efecto «tercera persona», es decir, conoce gente que ha sido fumadora y ha superado los 80 años de edad o simplemente no cree -o no le importa- que pueda padecer una enfermedad debido a su vicio; cuando la realidad es que un fumador tiene diez posibilidades más que un no fumador de contraer el cáncer de pulmón, entre otras cosas.

Tabaco
La efectividad de las campañas de tabaco deja mucho que desear

Continuando con el sector económico, parte de las últimas medidas sanitarias están destinadas a recaudar fondos. Entre ellas, la del tabaco y la más polémica de los últimos años: la vacuna de la gripe A. ¿Existió este virus? Si. Pero, y copiando un ejemplo de uno de mis profesores, no fue tan grave como lo pintaron: «Supongamos que en la universidad hay fuego y saltan las duchas del techo. Pero puede ser que un simple papel se haya quemado o que esté ardiendo una planta del edificio entera». Los laboratorios eligieron la segunda opción y España, entre otros países, se tuvo que comer miles de vacunas y mascarillas.

Gracias al informe Lalone (Canadá, 1974) se comprobó otro desperdicio temporal y económico tras averiguar que se ponía más énfasis en la asistencia sanitaria que en el estilo de vida (drogas, sedentarismo), y eso que éste último provocaba un 43% de la mortalidad por un 11% del primero. Ambos, junto a la biología humana y el medio ambiente, forman parte de los determinantes de la salud cuyo control es necesario para gozar de una mejor calidad de vida.

Y ahí entra en juego la promoción de la salud, un proceso que regula los mencionados determinantes por parte de individuos, grupos y comunidades y donde el fin justifica los medios. Por ejemplo, si una persona ha sufrido un infarto es el momento para insistir que deje de fumar, la meta es que la consiga gracias a la relación interpersonal con el paciente o utilizando el miedo, la emoción dominante en las campañas de salud y la primera estrategia para persuadir.

Reflexión final: Doctor Internet

Internet es un medio muy potente, pero ¿es bueno o malo? Como la mayoría de las tecnologías, ninguna de las dos cosas. Esta herramienta es lo que la gente hace con ella. Lo mismo ocurre con las piedras, cuyo uso varía desde formar parte de una catedral a utilizarla como arma de ataque.

No es malo que las personas se interesen por su salud para no depender totalmente del médico, pero es éste quien tiene que ejercer su trabajo y al que se debe depositar la confianza para mejorar la calidad de vida y el estado de bienestar de la población.

En definitiva, lo más importante para las personas son las personas. Tener felicidad, trabajo, ocio, amistad y familia es tener salud. La tecnología, al fin y al cabo, ha sido obra de nuestra inteligencia.

No os perdáis el siguiente anuncio de apenas 2 minutos de duración. Quizás os haga reflexionar más que todo este artículo. ¡Espero vuestros comentarios!