Las habilidades del Führer como líder político y militar eclipsaron algunas de sus obras. Fue el caso del Proyecto Germania y el coche escarabajo
Maquiavélico e inteligente. Adolf Hitler es y será uno de los personajes más odiados en la historia por una obsesión que le siguió hasta el fin de sus días: el exterminio judío. Sin embargo, también fue amado. Amado por una Alemania que vio como el líder del Tercer Reich, nacido para luchar, invadía países como Austria, Polonia y Francia convirtiendo a Alemania en un país poderoso.
Adolf Hitler en París
No sin resistencia, Hitler llegó a París como triunfador el 23 de junio de 1940. Acompañado de personas de su confianza, el Führer realizó en un mercedes descapotable un recorrido por la capital francesa, tras la cual comentó: “¿No es verdad que París es hermoso? Berlín debe serlo mucho más”.
Por entonces, Hitler no sabía que años después Berlín sería bombardeada, pero soñó con una ciudad equiparable a las grandes capitales del mundo que rebautizaría como Germania.
Para ello, compartió su profundo interés y conocimiento por la arquitectura, su profesión frustrada, con Albert Speer, conocido como el primer arquitecto del Tercer Reich. Entre sus proyectos se encontraban un Arco del Triunfo de casi 120 metros de altura y un museo nacional más grande que el Louvre que nunca fueron construidos tras la derrota de la Alemania Nazi.

Las habilidades de Hitler con el lápiz se vieron plasmadas en el diseño del Volkswagen Escarabajo accesible económicamente para todos los alemanes. Este vehículo no se pudo fabricar en masa hasta después de la II Guerra Mundial, ya que durante el periodo de guerra las fábricas se centraron en la producción militar.
Alemania estaba con Hitler. Creaba empleo y aumentaba la autoestima y la moral del pueblo con su política exterior. Esta Alemania, feliz en la dudosa ignorancia, se escenificaba en Eva Braum, la mujer que se ganó poco a poco el amor del Führer. De carácter alegre y despierto, Eva pasó 13 años con el líder nazi en los que no le faltó de nada. Si acaso, formar una familia. Pero Hitler nunca quiso tener descendencia. De hecho, llegó a comentar que “los hijos de los genios, a veces terminan siendo unos cretinos”.
Genio, cretino o un escarabajo, resulta innegable el interés que sigue despertando Hitler, cuyos restos desaparecieron en Berlín cuando se suicidó con Eva Braun, pero proyectos como el Volkswagen aún siguen circulando gracias al interés de nostálgicos o amantes de este modelo.
